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miércoles, 18 de junio de 2014

Racionalismo y Empirismo dentro de la Modernidad

Dentro del pensamiento moderno encontramos dos modos de enfrentar el conocimiento de las cosas a partir de la revolución científica y la adopción de la matemática como base de ese conocimiento. Se llega a decir que el mundo nos habla con el lenguaje de las matemáticas.

A partir de esta presencia aparece la confianza absoluta en ella y nace el movimiento llamado Racionalista. Este - que se da principalmente en Francia y la Europa continental - entiende que al conocimiento llegamos por deducción usando solo la razón y desconfiando de los sentidos. Por el otro lado aparecen los Empiristas, totalmente opuestos a los racionalistas y que son principalmente de orígen británico, que postulan que al conocimiento del mundo se llega sólo por la experiencia. De la experiencia de las cosas se llega a poder formular leyes más generales.

Para trabajarlo en clase pueden leer dos fragmentos. El primero es de René Descartes, racionalista francés. El segundo es de David Hume, empirista británico:

El “genio maligno”: Así pues, supondré que hay, no un verdadero Dios – que es fuente suprema de verdad -, sino cierto genio maligno, no menos artero y engañador que poderoso, el cual ha usado de toda su industria para engañarme. Pensaré que el cielo, el aire, la tierra, los colores, las figuras, los sonidos y las demás cosas exteriores no son sino ilusiones y ensueños, de los que él se sirve para atrapar mi credulidad. Me consideraré a mi mismo como sin manos, sin ojos, sin carne, sin sangre, sin sentido alguno, y creyendo falsamente que tengo todo eso. Permaneceré obstinadamente fijo en ese pensamiento, y si, por dicho medio, no me es posible llegar al conocimiento de alguna verdad, al menos está en mi mano suspender el juicio. Por ello, tendré sumo cuidado en no dar crédito a ninguna falsedad, y dispondré tan bien mi espíritu contra las malas artes de ese gran engañador que, por muy poderoso y astuto que sea, nunca podrá imponerme nada.

Descartes, R. Meditaciones metafísicas, con objeciones y respuestas, metafísica primera. Alfaguara, Madrid, 1977, p.21

Las únicas existencias de que estamos ciertos son las percepciones que, al hacerse presentes de modo inmediato por la conciencia, exigen nuestro asentimiento más firme y constituyen el fundamento primero de todas nuestras conclusiones. De la existencia de una cosa solamente podemos concluir la existencia de otra a través de la relación de causa-efecto, la cual manifiesta que existe una conexión entre ambas y que la existencia de la una depende de la existencia de la otra. La idea de esta relación procede de la experiencia pasada, por la cual encontramos que dos seres están unidos entre sí de modo constante y que ambos se presentan conjuntamente a la mente. Ahora bien, ningún ser se hace presente nunca en la mente excepto las percepciones; por tanto, nos es posible observar una conjunción o relación de causa y efecto entre percepciones, pero no podemos observar tal relación entre percepciones y objetos; por tanto, nos es imposible en todo caso extraer conclusión alguna acerca de la existencia de éstos (sc. Los objetos) a partir de la existencia o de las cualidades de aquéllas (s. las percepciones).

Hume, Tratado acerca de la naturaleza humana 1.4.2 (“Del escepticismo en relación con los sentidos”).

lunes, 16 de junio de 2014

La Filosofía en la Modernidad. Introducción

Introducción perteneciente al libro NAVARRO, J, M Y CALVO, T (1986) Historia de la Filosofía. Madrid. Edicionaes Anaya. pág 143:

"A lo largo de los tres últimos capítulos hemos tenido ocasión de comprobar insistentemente cómo el problema fundamental del pensamiento de la Edad Media, especialmente a partir del siglo XIII, no es otro que el problema de la relaciones entre Fe y Razón. Este problema y las tensiones por él generadas son consecuencia del enfrentamiento producido entre la concepción radicalmente cristiana de la vida que impera en la Edad Media y el proceso de expansión cultural y transformación sociopolítica que se produce a partir del siglo XIII:

La Modernidad, el pensamiento moderno, se instituye y se desarrolla en un abierto enfrentamiento con la cultura y las ideas del Medievo. La primera contestación a la concepción radicalmente religiosa del mundo vigente en la Edad media se produjo con el Humanismo Renacentista, con su visión antropocéntrica y naturalista del Hombre y el Universo. El humanismo renacentista retorna a los grandes filósofos griegos, pero su forma de leerlos e interpretarlos no se pone ya al servicio de la Fe religiosa. Los platónicos renacentistas ya no lo son como San Agustín ni los aristotélicos del Renacimiento lo son como lo fuera Santo Tomás de Aquino.

miércoles, 11 de junio de 2014

El Cristianismo como aparición de la flecha de la Historia

La aparición del cristianismo es un acontecimiento sociohistórico de una gran magnitud. Más allá de lo estrictamente religioso no cabe duda que marca un antes y un después (clarísimo en como contamos los años a partir de Cristo). El texto que debatimos en clase se centra en la aparición del vector de la historia frente a la concepción cíclica que albergaban los griegos. El símil que usamos fue el de las temporadas futbolísiticas: el torneo llega a su fin, hay un campeón, subcampeón, etc pero inmediatamente el contador se vuelve a poner a o y los hinchas se ilusionan con el nuevo ciclo. En cambio, la aparición del vector de la historia marca un sentido donde hay un pasado del que se viene y no se volverá y un futuro al que se está yendo. Pero mejor dejamos las palabras de Josep Ferrater Mora que lo ilustran mejor:

"Así, empezaremos por contrastar un poco violentamente la visión en principio atemporal griega – cuando menos platónica o neoplatónica – con la total visión del tiempo agustiniana. Diremos, pues, con todas las salvedades del caso – que son muchas -, que el griego no le encuentra sentido a la historia, porque lo que para él cuenta son las realidades tales como la Naturaleza, la Razón, el Mundo Inteligible, lo Uno – en suma: lo que no cambia o, si cambia, imita lo que no cambia y es, por consiguiente, como si no cambiara -. Si hay para el griego tiempos, son tiempos “locales”. Y si hay para el griego un tiempo, se trata entonces de uno donde ningún momento se distingue de otro salvo para formar parte de un determinado ritmo. Lo que pasa en el tiempo no es, pues, propiamente hablando, temporal; cada cosa, o cada especie de cosas, tiene su tiempo como puede tener su lugar, o su forma, o hasta su color. Si se quiere, en el tiempo suceden muchas cosas, pero no “pasa” nada. En todo caso, no pasa nada que sea absolutamente decisivo y, por consiguiente, absolutamente dramático.

Para el cristiano, en cambio, hay un acontecimiento que divide y casi enemista los tiempos, por el cual los tiempos mismos adquieren inequívoca presencia: la llegada del Mesías, su rápido y decisivo paso por la tierra. Sorprenderá un poco quizá que la religión de lo eterno no excluya, sino que afirme terminantemente, lo que parece ser negación de lo eterno. Pero el cristianismo es muchas cosas más de lo que se supone y no todas las que se cree. A veinte siglos de distancia de su nacimiento, todavía nos preguntamos, perplejos, en qué consiste. Y como no podemos contestar aquí de manera adecuada a esta pregunta, hemos de limitarnos a repetir lo que ya en la agónica teología de San Pablo encontramos: el cristianismo es un suceso en la historia y lo que contiene y sobrepasa la historia, es afán de eternidad y justificación del tiempo, es comprensión de la muerte y afirmación de la inmortalidad; es, en suma, lo uno y lo otro, escándalo y “locura”, contrate, antagonismo y contradicción."

FERRATER MORA, J (1994) Diccionario de Filosofía (4 vol). Madrid. Gredos. Pág 26

domingo, 8 de junio de 2014

Un bello ejemplo de ciencia griega

Les transcribo entero un artículo del matemático argentino Adrián Paenza publicado el domingo 8 de junio en el Diario Página 12. En él podemos ver una muestra de cómo actuában los pensadores de esa época al igual que vimos con Arquímedes y Aristarco en física o Hipócrates y Galeno en medicina:



Eratóstenes de Cyrene fue un matemático griego que vivió entre 200 y 300 años antes de Cristo. En realidad, no sólo fue matemático, sino también astrónomo, poeta y músico. Se lo considera también el inventor de la geografía tal como la concebimos hoy como disciplina, fue el primero en usar la latitud y la longitud como sistema de coordenadas sobre la Tierra, fue el primero en medir la distancia entre la Tierra y el Sol, y fue el primero en hablar de años bisiestos. ¿Suficiente, no? (1)