Filosofía - Gustav Klimt |
En este inicio de curso les propusimos que realizaran
preguntas de las que se podrían llamar filosóficas. Preguntas que no tienen una
respuesta inmediata, clara, dada. El grupo de whatsapp se llenó de este tipo de preguntas y las intervenciones que propuse
las abrieron aún más.
Esto nos lleva a volver a preguntarnos sobre qué es la
Filosofía y parece claro, a partir de lo intercambiado, que tiene que ver con
pensar. Lo que inmediatamente nos sugiere el intercambio realizado es la pregunta por el pensar. Siendo una
pregunta difícil sí que podríamos intentar darle un marco. Un marco que nos puede permitir comprender de qué hablamos cuando
nos preguntamos sobre el pensar y el modo en que se expresa.
Nos animamos a presentar cuatro aspectos relevantes del pensar y un quinto elemento que dará sentido al pensamiento filosófico.
Paisaje. Pensamos en un paisaje determinado. Nosotros, en nuestra
zona, somos pensadores del llano. La llanura tiene como característica que no
se pueden identificar referencias lejanas – un cerro, una colina – y que la
bóveda celeste es completa. Somos conscientes que, a veces, al mirar el
horizonte y ver una luz no estamos seguros si es una casa o una estrella. En la
llanura encontramos un personaje que nos da la dimensión de lo que significa
pensar en este contexto. Este personaje es el gaucho. Suele representarse como un ser solitario, taciturno y
sobre todo desconfiado ¿Por qué desconfiado? Porque los peligros acechan desde
los cuatro costados y uno se ve en la intemperie, vulnerable.
Otro tipo de paisaje permite otro
tipo de personalidad y de pensamiento. En las tierras de donde yo vengo, por ejemplo, los castillos pueblan las
laderas de las montañas. Protegidos por las alturas son lugares privilegiados
para el resguardo y vigilar – hacia un solo lugar – el posible lugar desde
donde ser acechados.
En otros lugares – Grecia, por ejemplo, cuna de la
Filosofía – el paisaje es montañoso y rodeado de mar. Islas y más islas
permiten ver los espacios vecinos. El deseo de ver qué hay detrás de una
montaña puede mover a pensar la
diferencia, lo que no es como yo.
Lengua. El segundo aspecto relevante es que se piensa en una
lengua. Yo podría empezar y “… seguir fent la clase en català. Podria
proposar-vos que si jo parlo poc a poc podrieu entendre’m ja que és una llengua
llatina bastant semblant al castellà. But, if you dare, I could speak in
english and suddently…”. Obviamente un idioma es una mirada del mundo. Pensemos
sólo, a modo de ejemplo, en el lenguaje inclusivo. El castellano, como toda
lengua, tiene un largo recorrido en el que se construye. En este recorrido se
puede observar que tiene una carga histórica en cuanto a la primacía de lo
masculino. El debate actual sobre el uso del inclusivo quiere poner en
discusión esta primacía. Pues bien, este debate que agita a los parlantes en
lengua castellana desaparece entre los parlantes de lengua inglesa. El uso
masivo del neutro en el inglés hace que los géneros no estén tan presentes como
en las lenguas de origen latino. Es solo un ejemplo de cómo una lengua expresa
un modo de ver el mundo y su propia historia. Otro ejemplo podría ser la
variante del castellano que se habla en argentina y la carga de italianismos –
laburo, la conjugación verbal, etc – que tiene como modo histórico en el que se
ha construido la Argentina.
Cultura. Esta última reflexión nos lleva al tercer aspecto en el
que acontece el pensar. Pensamos en una cultura. Hay palabras que rápidamente
ubicamos en nuestro universo mental: Mirtha Legrand, La Mona, Fernet, Parque
Tau, UBES, etc. Todas estas palabras les arrancan una emoción, una opinión, no
los deja indiferentes. En cambio, estas palabras, a mi madre, la dejarían sin
conexión con ninguna realidad. Las culturas nos acompañan para dar sentido a
nuestro día a día, nuestro presente y configuran nuestros sueños. Pensamos al
interior de una cultura. Las personas que, por diferentes motivos, se ven
impelidos a cambiar de cultura, viven este sentimiento con desarraigo y
requiere tiempo para adaptarse a lo nuevo.
Tiempo. El cuarto aspecto es el que permite darnos cuenta que
incluso una matriz cultural se ve afectada por el paso de las generaciones. Un
ejemplo sencillo es la reacción que podemos tener al observar una pareja de adolescentes
varones tomados de la mano en la plaza del centro. Probablemente hoy pocas
personas se fijarían en el detalle. Hace más de diez años, en el momento que se
aprobó el matrimonio igualitario, puede haber afectado de otro modo. Hace más
de 40 años, durante el Proceso, no lo podrían haberlo hecho incluso bajo el
riesgo de ser detenidos. Hace 100 años, ni siquiera un chico y una chica lo
podrían haber hecho. El tiempo da la posibilidad de que se realicen cambios en
el modo de pensar. Pensamos junto a todos los que nos precedieron pero no del
mismo modo.
Entonces, si pensar puede encuadrarse dentro de estos cuatro
aspectos ¿Cómo es posible el cambio? Si
no cambiamos de paisaje, no cambios de lengua, no cambios de marco cultural ¿Solo el tiempo permite el cambio? Nos
animamos a contestar que no y damos pie para plantear el quinto elemento que
configura el pensar, tal vez el elemento más filosófico.
“Algo no encaja”. Si todo funciona, probablemente nunca nos
detengamos a pensar sobre lo que se nos presenta funcionando. ¿Cuándo empezamos
a hacernos preguntas? Cuando “algo no encaja”. Los de Automotores empiezan a preocuparse si el motor tiene un sonido
inesperado, fuera de lo “normal”. Los técnicos
electromecánicos se preguntas por qué ese ventilador no está marchando
correctamente. Los de Alimentación
descubren que ese alimento que han preparado no tiene el aspecto deseado o se
ha desinflado.
Pensando un poco más, Copérnico se dio cuenta que el modelo
matemático que postulaba que la tierra era el centro del universo tenía
errores. En cambio, si colocaba al Sol en el centro podía explicar los
movimientos estelares con más precisión. Pasteur
descubre que ciertas bacterias dejan de reproducirse como se esperaba en cuanto
cambia según qué condiciones. La hipótesis
del Universo en expansión es relativamente reciente y surge a partir de
intentar explicar efectos secundarios “que no encajaban” en unos registros
luminosos.
El pensamiento – que siempre es
pensamiento crítico sino es mera reproducción de lo ya sabido – aparece cuando
algo no encaja. A veces son movimientos minúsculos que van a desatar grandes
cambios en el pensamiento. A veces son los cambios los casi imperceptibles.
Pensar nos coloca en la
incertidumbre y nos exige no conformarnos con las respuestas que ya se tenían.
Cuando algo no encaja, el pensar es el inicio.
Seguimos entonces pensando.
Asociado a este texto no hay una actividad. La actividad se planteará a partir
de la otra entrada.
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