A continuación pueden ver un cuadro histórico de estos primeros filósofos llamados presocráticos por que anteceden a Sócrates, filósofo que marca un antes y un después.
Este cuadro pertenece a NAVARRO, J, M Y CALVO, T (1986) Historia de la Filosofía. Madrid. Edicionaes Anaya (página 26). También están incluidos el resto de filósofos y escuelas de la antigüedad griega.
Para plantear este tema primero intentaremos responder a las preguntas fundantes que se plantean los primero filósofos. Luego contrarrestaremos las posibles respuestas que nos animemos a dar con textos directamente escritos por esos mismos filósofos. Entraremos en diálogo con personas que pensaron (con su pensamiento situado) hace cerca de dos mil quinientos años.
Preguntas fundantes de los filósofos presocráticos
1. ¿De qué o cómo surge el Universo? Se preguntan por el Origen.
2. ¿De qué están hechas las cosas? Se preguntan por el sustrato último, su naturaleza última.
3. ¿Por qué el mundo es como es? Se interrogan por la Causa
Pero Parménides de Elea nos plantea esta disyuntiva sobre el ser y si algo que no es puede llegar a ser. Eso cuestiona el cambio, el movimiento, la evolución.
Fragmento 296 Parménides de Elea
Ni nunca fue ni será, puesto que es ahora, todo
entero, uno, continuo. Pues ¿qué nacimiento podrías
encontrarle? ¿cómo y de dónde se acreció? No te
permitiré que digas ni pienses de "lo no ente",
porque no es decible ni pensable lo que no es. Pues,
¿qué necesidad le habría impulsado a nacer después
más bien que antes, si procediera de la nada? Por
tanto, es necesario que sea completamente o no sea
en absoluto. Ni la fuerza de la convicción permitirá
jamás que de lo no-ente nazca algo además de ello.
Por eso, la Justicia no afloja sus cadenas para
permitir que nazca o que perezca, sino que las
mantiene firmes; la decisión sobre estas cosas se basa
en esto: es o no es. Pero se ha decidido, como es necesario, abandonar una vía por impensable y si... (se corta el fragmento original)
Empédocles presenta un modo de saltar lo planteado por Parménides haciendo que las cosas son la mezcla de los cuatro elementos (tierra, agua, aire y fuego) más la presencia de dos fuerzas contrarias (el amor y la discordia). Dependiendo de diferentes cantidades o presencia se conforma una cosa u otra.
Fragmento 349 Empédocles de Acagras
Ea, escucha mis palabras, pues el aprender
acrece la sabiduría. Como antes te dije, al
manifestarte los limites de mis palabras, te voy a
contar un doble relato: en un tiempo lo Uno se
acreció de la pluralidad y, en otro, del Uno nació por
división la multiplicidad: fuego, agua, tierra y la
altura inconmensurable del aire y, separada de ellos,
la funesta Discordia, equilibrada por todas partes y,
entre ellos, el Amor, igual en extensión y anchura.
Míralo con tu mente y no te sientes con ojos
estupefactos, pues se le considera innato incluso en
los miembros mortales: debido a él tienen ambiciosos
pensamientos y realizan acciones de concordia,
dándole el nombre de Gozo y de Afrodita. Ningún
mortal lo conoce, cuando se mueve en circulo entre
ellos, pero tú presta atención al orden no engañoso
de mi discurso. Todos ellos son iguales y coetáneos, aunque cada uno
tiene una prerrogativa diferente y su propio carácter,
y prevalecen alternativamente, cuando les llega su
momento. Nada nace ni perece fuera de ellos ¿Cómo
podría, de hecho, ser destruido totalmente, puesto
que nada está vacio de ellos? Porque, sólo si
estuvieran en un constante perecer, no serían. Y
¿qué es lo que podría acrecer todo esto? ¿De dónde
Podría venir? Sólo ellos existen, pero penetrándose
mutuamente, se convierten en cosas diferentes en
momentos diferentes, aunque son continuamente y
siempre los mismos.
Demócrito ( el primer atomista junto a su maestro Leucipo) se anima a postular el vacío entre las partículas más pequeñas que lo conforman todo. El contínuo movimiento de estas partículas y sus múltiples choques engendran y destruyen las cosas. El movimiento existe, la corrupción también.
Fragmento 549 Demócrito de Abdera
Demócrito, en ocasiones, niega a los sentidos la
realidad fenomenología y dice que ninguno de ellos se
manifiesta concorde con la verdad, sino sólo de acuerdo
con la opinión. Lo que de verdad subyace a la realidad
de los entes es que son átomos y vacio. «Por
convención», dice en efecto, «dulce», «por conven ción
amargo, por convención caliente, por convención frío,
por convención color; pero, en realidad, átomos y
vacío».
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