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lunes, 28 de octubre de 2024

Bioética

Hola de nuevo. Las últimas semanas hemos estado trabajando sobre la Ética desde diferentes puntos de vista. La vimos, al inicio, cómo estaba planteada en cuanto diferencia de la moral. Vimos ahí cómo se construían los valores e incluso el valor de la desobediencia.

En una segunda entrada nos centramos en diferentes conceptos clave como el de Responsabilidad, Dilema moral, etc. De algún modo se trataba de abordar problemas específicos que tradicionalmente la Ética ha trabajado.

Si pensamos en algo común a estos momentos es que, sin dudas, siempre hemos estado trabajando sobre acciones, decisiones y consecuencias. De estas consecuencias, claramente, debíamos hacernos cargo a partir de nuestro código moral. De ahí se deduce que los humanos tenemos un poder, un “poder hacer”, que nos obliga a hacerlos cargo de su uso.

Por ejemplo, como vimos, los estadounidenses debieron hacerse cargo de la decisión que tomaron de lanzar las bombas atómicas en la segunda guerra mundial. Vimos que justificaron su decisión bajo un código moral y un modo de comprender ese código. ¿Qué hacemos ante decisiones que se nos van a plantear a la humanidad en estos próximos años y que implican un poder humano como nunca antes habíamos tenido?

Un poder, una responsabilidad

Nuestro poder individual suele ser limitado. Nuestras acciones limitadas suelen tener un impacto muy próximo tanto el espacio como en el tiempo. Los humanos, como especie, hemos realizado acciones durante milenios que tenían un impacto muy limitado en el planeta.

Hace un millón y medio de años dominábamos el fuego, hace diez mil años, con la revolución neolítica, empezábamos a cultivar plantas y a domesticar animales. La agricultura era, hasta hace relativamente poco, un acción sobre el planeta Tierra tan irrelevante como un mosquito en verano. La domesticación generó diferencias pero sin alterar significativamente los ecosistemas del planeta.

Nuestro desarrollo científico y técnico – que no se unirán hasta el siglo XIX – no llegaba a alterar un modo de desarrollo planetario que tiene en la evolución – tanto geológica como biológica –unos tiempos muy diferentes de los de una mera vida humana.

¿Qué ha cambiado?

Desde mediados del siglo XIX todo ha cambiado. Incluso, desde mediados del siglo XX con el desarrollo de la tecnología nuclear, el cambio es de 180°. El modo de desarrollo social ha generado un impacto de tal magnitud que hoy – tercera década del siglo XXI – ya no es posible sustraerse a las acciones humanas en un planeta que está sufriendo ese impacto.

Los humanos tenemos un poder que sobrepasa cualquier momento histórico y las acciones de nuestros actos tienen consecuencias en todo el planeta y se extienden en el tiempo. Ante grandes nuevos poderes se nos plantean grandes responsabilidades.

Para pensar el marco de la Bioética nos plantearemos tres dimensiones que son centrales para comprender donde estamos parados: Medioambiente y crisis energética, genética e Inteligencia Artificial

  • Medioambiente y Crisis energética. Hemos pasado de arañar la superficie de la Tierra con simples arados tirados por bueyes a una moderna tecnología extractiva que afecta los terrenos, la forestación o los acuíferos de los que disponemos. Para pensar en la magnitud de la influencia pensemos en el modo en que la frontera de la soja ha ido avanzando ante el bosque nativo. Pensemos en la rápida desforestación del Amazonas. El uso de agrotóxicos reduce la diversidad y ahí, claramente, tenemos un límite.

La pregunta que aparece, necesariamente, es ¿Cuál es el límite que tiene la Tierra siendo un ecosistema finito? ¿Cuál sería el punto de no retorno en que ya no se podría “arreglar” lo dañado? ¿De dónde saldrá la energía necesaria para hacer funcionar un mundo cada vez más tecnificado? ¿Es posible modificar nuestro modo de vida? ¿Hacia dónde?

Estas preguntas nos interrogan y nos demandan acciones. Esas acciones tendrán consecuencias y deberemos abordarlas con la Ética bien presente.

  • Genética. La Genética es una rama de la Biología que estudia el genoma, el ADN que nos caracteriza. La Biotecnología ha avanzado mucho en las últimas décadas y nos ha permitido modificar, alterar o intervenir en nuestro código genético. Si el ADN nos define como especie ¿Puede su alteración generar una nueva especie diferenciada? Cuando se habla de genes responsables de algo ¿no estamos aventurando la capacidad para alterar conductas, modos de crecer, ect? Sería bueno en esta instancia recomendar el libro de Aldous Huxley “Un mundo feliz”. En él, una humanidad distópica se caracteriza por tener cinco clases diferenciadas de humanos modificados genéticamente.

Las preguntas que aparecen son de la índole de ¿puedo elegir el color de los ojos – u otras características - de mis hijos? ¿puedo clonarme órganos para su venta o uso futuro? ¿se pueden clonar los seres humanos? ¿puedo usar humanos, con su consentimiento, en experimentos genéticos?

  • Inteligencia Artificial. A partir de la digitilización de todos los ámbitos de lo humano y la creciente presencia de algoritmos en la gobernanza de casi todo (redes sociales, autos, operaciones de Bolsa, etc), la pregunta por los límites y el uso de la inteligencia artificial suena con fuerza.

Son muchas las obras de ciencia ficción que plantean esta duda sobre la autonomía de las máquinas. ¿Cuál sería la principal diferencia entre las decisiones tomadas por humanos y las tomadas algorítmicamente? Alguien podría responder que el algoritmo, al fin y al cabo, lo ha diseñado un humano. Pero entendiendo la capacidad de la inteligencia artificial de evolucionar a partir de sus propias “experiencias” ¿qué diferencia a estos dos tipos de agentes? Probablemente la capacidad de equivocarse y pedir perdón. Lo humano del error nos da valor. El hecho de que seamos responsables, nos da valor.

¿Cómo abordarlo?

Estas tres dimensiones claramente han generado un cambio en nuestra responsabilidad. No podemos hacernos los desentendidos. Lo que es más difícil es pensar qué hacer en concreto. Para pensarlo tal vez es interesante tener en cuenta estos aspectos:

  • Acción y análisis de sus consecuencias. Analizar consecuencias a gran escala de nuestras acciones sumadas como humanos nos pude ayudar a comprender la magnitud del problema. Si yo tiro un papel, no pasa nada. Mil papeles empieza a ser un inconveniente con el planeta. Proyectar en cada pequeña acción la dimensión de gran escala que puede tener, nos puede ayudar a tomar pequeñas acciones efectivas. Cada vez que no uso gasolina colaboro en una cadena enorme de acciones humanas, por ejemplo

  • Principio de precaución. Ante la ignorancia de las consecuencias que puede tener una acción en la suma que la lleva a la gran escala, conviene ser precavido y no arriesgar. El planeta está comprometido y no es conveniente sumar presión a ello.

  • Futuro. Darse cuenta que nuestras acciones no sólo son de gran escala geográfica sino que también lo son en el tiempo. Mis acciones de hoy tienen impacto en las generaciones venideras. Es clave detenerse a pensar en ello.

Declaración Universal de Bioética y Derechos Humanos

En octubre 2005 se llegó al acuerdo, en el marco de trabajos llevados adelante por la UNESCO, para aprobar un documento que se piensa en el sentido que hemos estado exponiendo. La declaración tiene el imperativo de permitir la vida humana tanto hoy como en el futuro. Contiene indicaciones para que los Estados miembros puedan legislar acorde a los principio reseñados en ella. se puede leer completa en este enlace.

En nuestro país, como en el resto de firmantes, la declaración tiene rango de ley superior y es de obligado cumplimiento.

Para saber más

Si quieren saber más sobre esta temática, pueden leer el artículo publicado del profesor Viñals en la Revista Erasmus en un monográfico dedicado a la Bioética.

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